En el cuarto día de la novena que debía dar a paso al punto álgido de las celebraciones de este Sinulog, de esta conmemoración de la llegada del Santo Niño de la mano del cartógrafo, aventurero, capitán y sacerdote agustino Urdaneta en 1565 junto a la expedición de Legazpi a la entonces bautizada como Isla de la Reina del Sur -hoy Cebú-, el Prior General y su asistente para la región de Asia y Pacífico, el padre Tony Banks, concelebraron la Misa junto al gobierno provincial de los agustinos ante un abarrotado centro de peregrinos congregados para estas jornadas de fiesta, baile y Eucaristía.
Según la oficina de seguridad de la Basílica del Santo Niño de Cebú, 5.000 personas -sin contar a aquellos que siguen las pantallas gigantes instaladas en los prolegómenos o las decenas de miles conectados en comunión a través de la cuenta de Facebook con sus más de 830.000 seguidores- acompañaron a la Orden en una de las 14 misas diarias que se ofertaron durante las celebraciones del “Pit Senyor”.
“El trabajo solamente viene auspiciado por nuestro Dios”
“Continúen estando ahí para la comunidad; hagan efectiva la fraternidad por la caridad. Es ahí cuando caemos en la importante necesidad de estar unidos. Necesitamos este tipo de fraternidad; de comunidad y comunión. Realmente lo necesitamos”, exhortaba el Prior General a sus hermanos agustinos durante estos días de celebraciones.
Por su parte, el padre Tony Banks, en la homilía, reconoció la gracia del Santo Niño en la buena fortuna de los agustinos en la zona central de las Islas Bisayas.
“El padre General y toda la Curia solamente pueden manifestar nuestra gratitud y admiración; nuestro amor”. “Todos sabemos -proseguía el asistente general- que el trabajo solamente viene auspiciado por nuestro Dios, el primero y único Santo Niño que nos transforma a todos”.
Arropando a la Provincia en su aniversario, al General, a su asistente y, en las jornadas posteriores, a la oficina de comunicación de la Curia estuvieron el recién nombrado como Prior Provincial de la Provincia del Santo Niño de Cebú, el padre Andrew Batayola; su predecesor, el padre Andrés Rivera; el padre Dante Bendoy, prior provincial de la Provincia Agustiniana del Santísimo Nombre de Jesús de Filipinas; el padre Jan Pieter Fatem, vicario superior de Indonesia y el padre Pacifico Nohara Jr., viceconsejero de la delegación de Korea.
A su vez estuvo el recién elegido como presidente de los superiores de la Orden de San Agustín en Asia y Pacífico (OSAAP), el padre Wilson Viswanath Injarapu.
El epicentro de la catolicidad en el trópico
La Orden de San Agustín el pasado 15 de enero volvió a poner una muesca en la correa del tiempo que los frailes, religiosas y laicos agustinos llevan en la transmisión de la y vitalidad del Evangelio, con la mirada atenta para extender la mano al otro, con quien, en este archipiélago de 4,8 millones de personas, es bastante sencillo encontrarse: está en cualquier acera, en cualquier esquina; y detrás de su rostro anónimo asoma escrito un nombre propio y la determinación para seguir caminando en el día a día de la dificultad, la belleza y la esperanza con fundamento en lo cotidiano, en sus trajines diarios, en su Misa, en su escuela, en su familia, en su comunidad.