El pasado mes de enero el Padre General de la Orden de San Agustín estuvo junto a las comunidades de Vietnam e Indonesia, recalando por espacio de dos semanas en la circunscripción de Papúa
Acompañado por el Consejero General para la zona de Asia – Pacífico, el P. Anthony Banks, el Prior General tuvo la ocasión de conocer en detalle el trabajo que los religiosos de la Orden están acometiendo sobre el terreno en el ámbito pastoral, parroquial y educativo.
Precisamente fue durante su estancia en la isla de Papúa cuando pudieron ver el constante crecimiento de vocaciones 70 años después de la llegada de los primeros agustinos holandeses. En la actualidad, según nos ha apuntado el propio P. Alejandro, hay 80 profesos -entre solemnes y simples- de los cuales 34 de ellos continúan con su itinerario formativo en una de las casas habilitadas para tal fin en la ciudad de Jayapura, la capital de la provincia.
El sentido de comunión con el diferente
Esta visita ha sido, tal y como nos cuenta el P. Alejandro en primera persona ya desde Roma, todo un compendio de sabores nuevos, de encuentro con las diferencias del otro, de oración compartida y de mucha alegría. “Es una experiencia grande y bonita ver la alegría con la que nos acogieron en Papúa. Es un lugar muy alejado de las demás circunscripciones y ellos agradecen mucho ser visitados por el Consejero General y el Prior General, claro”.
Las complejidades sociopolíticas y religiosas que viven en la isla y en Indonesia, país con más de un 86,1 % de musulmanes, no pasaron desapercibidas para el P. Alejandro que, no obstante, valoró la oportunidad de ver con sus propios ojos cuán lejos llega la enseñanza de San Agustín y cómo cala en los corazones de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. “Los seres humanos somos muy, muy distintos. Tenemos que aprender a respetarnos en nuestras diferencias, por muy grandes que sean. Me ha impresionado el gran amor que aquí tienen a San Agustín y a su doctrina, a su enseñanza, que ha sido llevada hasta los confines del mundo y que nos muestra algo tan hermoso como es el vivir por y para la búsqueda de la verdad, de la interioridad, de la unidad, del sentido de comunión. El sentido de comunión es lo que más valoro de su doctrina. Ese sentido de comunión en Dios, de percibir su presencia en todas partes, sin importar entre nosotros la vestimenta, cultura o rasgos… En cuanto nos vemos desde esa voluntad, desde esa verdad, nos entendemos, nos respetamos, nos sentimos unidos los unos a los otros. Y eso es algo muy bello”, señalaba en última instancia el P. Alejandro.