Dos años después del parón propiciado por la pandemia, la Fiesta del Santo Niño de Cebú en Filipinas volvió a vivirse por todo lo alto
Una fiesta que congregó durante dos semanas en el mes de enero a miles de fieles devotos de aquella imagen que selló en 1565 la evangelización del país asiático donde los agustinos tuvieron mucho que decir.
A lo largo de la fiesta, cuentan nuestros compañeros de la oficina de comunicación de la Provincia, el recinto de la Basílica estuvo “siempre lleno de devotos que asistían a las misas diarias de la novena -once misas al día-, que congregaban a entre 6.000 y 8.000 personas, independientemente de las condiciones meteorológicas”. Las misas, según detallan, tuvieron lugar el Centro de Peregrinación del Santo Niño y fueron presididas por sacerdotes invitados de la archidiócesis de Cebú, las diócesis cercanas, las congregaciones religiosas y los frailes agustinos, que “fueron los cuidadores de la imagen milagrosa” más querida en el país.
Un encuentro masivo en Cebú
Alrededor de 300.000 católicos se sumaron a la Marcha Penitencial con motivo del inicio de la Fiesta Señor 2023. La procesión a pie reunió a sacerdotes agustinos, hermanos, ministros laicos, voluntarios y laicos, todos por su amor al Santo Niño.
La carroza fue calurosamente recibida por los filipinos, que pudieron cantar, bailar y encomendar sus peticiones y oraciones en persona a la imagen del Niño Jesús al tiempo que sonaba el tradicional himno de Bato Balani sa Gugma.
La solemne misa de Salvo de Apertura fue presidida por el P. Nelson G. Zerda, OSA, con su homilía centrada en el tema de la Fiesta de este año: Sto. Niño: Nuestra Fuente de Paz en el Camino de la Fe.
Otra de las celebraciones más singulares de esta Fiesta reside precisamente en el desfile a lo largo del canal de Mactan de Cebú, donde 180 embarcaciones, ricamente decoradas, fueron acompañando la imagen del Niño Dios hasta atracar en el mismo lugar en el que en 1521 llegaron los españoles.
A estos festejos hay que agregar la Solemne Procesión a Pie que contó con una presencia masiva de filipinos que quisieron sumarse con el rezo del rosario durante todo el recorrido, de más de 5,7 kilómetros, hasta llegar de nuevo a la Basílica.
Allí, el rector del templo, el padre Nelson G. Zerda quiso compartir con el resto de la familia agustina, colegas religiosos y peregrinos de todo el país recordó a cada uno de los presentes “a asumir el reto de Dios de vivir humildemente, ricos en oración, y de obediencia a la voluntad de Dios como verdaderos seguidores de Cristo”.