El pasado 1 de mayo la comunidad de Santa María de los Ángeles de Lecceto celebró su 50 aniversario. Una fecha marcada en rojo en el calendario por las madres agustinas que, a lo largo de este medio siglo, han brindado un servicio tranquilo y callado a la Iglesia universal gracias a su oración activa y vida contemplativa
Arropadas por buena parte del Consejo General de la Orden -entre los que se encontraba el Vicario General, el P. Joseph Farrell, y los asistentes generales Javier Pérez Barba e Ian Wilson-, y también por los padres Delfio López, Bernardino Pinciaroli y Paolo del Bianco de la Provincia de Italia, las monjas de Lecceto ofrecieron una tarde para el recuerdo. Cantos bellísimamente ejecutados por la comunidad, reforzada en algunos de ellos por el coro de la Universidad de Siena, poemas de profundo calado y reflexiones sobre la belleza de Dios al más puro estilo agustiniano conmovieron a una iglesia abarrotada de fieles que no quisieron perderse esta ocasión tan especial.
“Transmitieron la belleza y la emoción que nacen de lo profundo de la fe”, nos cuenta el P. Javier Pérez Barba, Asistente General para Europa del Sur. “El amor por su propia vocación de consagradas a la contemplación con el que prepararon la celebración de este aniversario se vio inmediatamente recompensado por el cariño que les transmitieron los allí congregados”, que, según nos cuenta el P. Javier, no dudaron a la hora de acercarse a ellas para agradecerles la riqueza de los textos compartidos, la organización del acto y darles aliento para seguir adelante con su encomiable labor.
Antiguo Lecceto, guarida de la santidad
En un clima de profunda comunión eclesial y bajo el lema que custodia el monasterio - Ilicetum vetus sanctitatis illicium-, las monjas de clausura de esta comunidad italiana aseguran mediante una carta que han hecho llegar a la Curia General que siguen y seguirán haciendo buena la herencia recibida; “buscando las huellas de la santidad en la atracción de la Belleza, en la dulzura de la Gracia, en la inquietud del corazón y en la experiencia de comunión”.
En el mismo documento las madres de Lecceto han querido dar las gracias a la diócesis de Siena y a la Orden de San Agustín por el apoyo brindado durante todo este tiempo. Hecho que ha permitido, de generación en generación, “ver coronado el valor y entrega” de la vida de clausura.
Antes de despedirse, la comunidad del Monasterio de Lecceto ha querido volver a recordar las palabras de las primeras madres que llegaron en 1973 al enclave actual y cuya vigencia sigue intacta hasta la fecha. “Todo terminó con mucha paz y alegría en nuestros corazones y con propósitos de una renovada vida comunitaria. Damos gracias al Señor y le presentamos nuestro deseo de poder seguir sirviéndole en la búsqueda incesante, la oración continua, el silencio y la humildad de vida… Siempre al servicio de la Iglesia y de toda persona que suba hasta aquí en busca de la paz”.