En muchas ocasiones, el Papa Francisco ha recordado su vínculo especial con Santa Mónica. Esta devoción tiene su origen, como ha afirmado el propio Pontífice, en un sentimiento heredado de su madre, miembro de un grupo de madres cristianas, que veneraban a nuestra santa, tomándola como modelo de vida
Así, cuando como obispo y cardenal, Francisco se encontraba en Roma por compromisos ministeriales, visitaba la tumba de Mónica, conservada en la basílica de Sant'Agostino in Campo Marzio, para pedir su intercesión por las familias en dificultad.
También lo hizo en los días previos al Cónclave de marzo de 2013, que desembocó en su elección como Romano Pontífice. Quizá también como signo de gratitud y encomienda a la santa, después de esa fecha, aceptó la invitación del Prior General, el padre Alejandro Moral, para participar en la Celebración Eucarística de apertura del Capítulo General 2013 de la Orden, que tuvo lugar en esa misma Basílica, deteniéndose unos instantes en oración ante los restos de la santa y encendiendo una lámpara que arde ante su tumba.
En dos ocasiones en los últimos años, Francisco hizo una visita privada a Mónica el día de su memoria litúrgica, el 27 de agosto.
"Mi Dios me ha saciado ampliamente"
En 2022, coincidiendo con esa fecha, se programó el Consistorio y, por tanto, no habría ocasión de programar una visita a la Basílica. Por ello, los frailes del convento de San Agustín, en Roma, pensaron en enviar al Papa Francisco una muestra de la cercanía de Santa Mónica. Gracias a la colaboración del talentoso artista español Manuel Peña Suárez, tuvieron la oportunidad de crear una pintura sobre madera que representaba a Mónica absorta en éxtasis junto al Lido de Ostia. Decoran la imagen los escudos del Romano Pontífice y de la Orden de San Agustín.
El Papa Francisco, al final de la Audiencia General del pasado 30 de noviembre, recibiendo el cuadro de manos de un grupo de frailes agustinos y del propio autor, agradeció este regalo, confirmando su devoción al santo. En el momento de entregar el cuadro, recordó las palabras de Mónica, pronunciadas en el ocaso de su vida terrena, "Cumulatius hoc mihi Deus praestitit!" (Mi Dios me ha saciado ampliamente), expresiones en las que se traduce el sentido de una existencia vivida en la oración, la confianza y la gratitud a Dios. El Papa Francisco, al reiterar esta proposición, dirigió la admonición también a los agustinos, para que también ellos, como Mónica, sepan alabar a Dios por las asombrosas maravillas que realiza.