Los frailes que han sido llamados a este servicio directo y cercano al sucesor de Pedro en la larga historia de casi 780 años de vida de la Orden son de procedencia muy diversa, si bien es cierto que la mayoría son originarios de la península itálica. De hecho, 10 de los 14 nombres son de origen italiano. Los cuatro restantes son de origen español, portugués, maltés y estadounidense. Sin embargo, esto no limita en absoluto la variada experiencia y la rica diversidad cultural y espiritual que este modesto número de cardenales de la Orden ha aportado a la Iglesia. Cada uno, en su propio contexto, ha aportado una valiosa contribución en diversos ámbitos de gobierno o diplomacia, o en el campo intelectual y de la erudición, la atención pastoral o la investigación teológica. Los cardenales agustinos, tras años de servicio a la Orden, fueron cardenales de la Curia, sirviendo en las diversas congregaciones y estructuras de la Santa Sede, u obispos inmersos en las realidades de sus diócesis.
Buenaventura Badoer de Peraga (1332-1385), uno de los fundadores de la Universidad de Bolonia, Prior General y legado papal, abre la reducida nómina de cardenales agustinos. Llamado desde tiempos inmemoriales "beato" por su fama de santidad durante su vida y después de su muerte. Fue creado cardenal en 1378. Para algunos, también fue considerado un "mártir" debido a la tradición que cuenta su sangrienta muerte en el puente de Sant'Angelo, que suele creerse obra de su enemigo, el Señor de Padua. Le sigue en la lista el cardenal Alessandro Oliva (1407-1463). Amigo de Pío II, fue muy apreciado por el pontífice por sus dones y virtudes, hasta el punto de confiarle varias misiones de paz. También había sido prior general de la Orden, aunque por poco tiempo. Creado cardenal en 1460, recibió el título de Santa Susana.
En el siglo XVI encontramos al gran humanista Egidio da Viterbo (1469-1532), impulsor de la reforma de la Orden. Por sus méritos, fue creado cardenal en 1512. Hombre de enorme cultura y diplomacia. Es célebre su discurso de apertura del V Concilio de Letrán, en el que invitó a la Iglesia a una verdadera reforma en cabeza y miembros. En el mismo siglo encontramos al célebre Girolamo Seripando (1492-1563), agustino de gran mérito, tanto dentro de su propia familia religiosa como en la Iglesia universal. También ejerció como Prior General, animando a la Orden eremítica a reformar y observar las Constituciones. Gran predicador e intelectual, fue nombrado arzobispo de la importante diócesis de Salerno. Pío IV le concedió la púrpura en 1561. Contribuyó enormemente a la Iglesia como padre conciliar y como legado en la asamblea tridentina.
Le sigue en la lista de cardenales agustinos Gregorio Petrocchini (1536-1612), prior general y más tarde obispo de Palestrina, creado cardenal por Sixto V. Durante veinte años, en su calidad de cardenal, ejerció numerosos oficios, en pleno servicio al sucesor de Pedro. Asistió a seis cónclaves. En el siglo XVII destaca la figura del gran teólogo Enrico Noris (1631-1704), natural de Verona. Hombre de gran capacidad intelectual y erudito, prestó servicio a la Orden en la enseñanza. Sus publicaciones teológicas fueron numerosas, hasta el punto de que se le considera el padre de la moderna escuela teológica agustiniana. Fue creado cardenal en 1695. Entre 1700 y 1704 fue prefecto de la Biblioteca Vaticana.
En el Siglo de las Luces encontramos al cardenal español Gaspar de Molina y Oviedo (1679-1744). Creado cardenal en 1737 por Clemente XII. Unos años antes había sido nombrado obispo de Santiago de Cuba, posteriormente recibió la sede episcopal de Barcelona y más tarde la de Málaga.
Entre principios del siglo XIX y el siglo XX -época de grandes convulsiones y cambios sociales- contamos con un buen número de cardenales agustinos. A Patrício da Silva (1756-1840), agustino portugués, Pío VII le confió la sede de Évora en 1819. En 1826 pasó a la sede de Lisboa, donde murió en 1840. Fue creado cardenal por León XII en la época de la Restauración. Hombre de gobierno y diplomático, no pudo participar en los cónclaves que vieron elegidos a los Papas Pío VIII y Gregorio XVI debido a la inestabilidad política. Sigue en la lista de cardenales el primero de los hermanos Martinelli, Tommaso Maria (1827-1888). Natural de Lucca, ingresó en la Orden, donde demostró talento para los estudios y la enseñanza. Como Secretario General, acompañó al General Paul Micallef en sus visitas al norte de Europa. Fue miembro de la comisión teológica preparatoria del Concilio Vaticano I, en el que también participó personalmente. Pío IX le concedió el birrete cardenalicio en 1873. De la misma época es el cardenal Luigi Sepiacci (1835-1893), hombre de gran erudición, profesor en la Universidad de la Sapienza de Roma, consultor de diversas congregaciones romanas. León XIII le nombró obispo de Callinico y cardenal en 1891.
Hacia finales del siglo XIX encontramos la figura de Agostino Ciasca (1835-1902), experto en las Sagradas Escrituras, orientalista y estudioso de diversas lenguas antiguas. Por sus méritos intelectuales fue nombrado Prefecto del Archivo Secreto Vaticano. También ocupó el importante cargo de Secretario de Propaganda Fide. Fue León XIII quien le concedió la púrpura en 1899.
A finales del siglo XX encontramos el nombre del cardenal Sebastiano Martinelli (1848-1918), hermano de Tommaso Maria. También él sirvió a la Orden como Prior General en 1889 y bajo su mandato se actualizaron las Constituciones. Consultor del Santo Oficio, fue nombrado Delegado Apostólico en los Estados Unidos de América en 1896. Ese mismo año fue ordenado obispo. En 1901 fue creado cardenal por León XIII y dos años más tarde participó en el cónclave para la elección de San Pío X. Murió en 1918.
Después de tantos años desde la creación del último Cardenal agustino, más recientemente, la Orden se ha alegrado con la creación del maltés Próspero Grech (1927-2019). Estudioso de la Sagrada Escritura y profesor de Patrología, fundó con el P. Agostino Trapé el Instituto Patrístico Augustinianum, del que fue nombrado su primer Decano. Desarrolló una larga carrera docente en diversas instituciones romanas. En 2012 fue nombrado obispo titular de San Leone y el 18 de febrero del mismo año creado cardenal a los 87 años. Finalmente, hoy, 30 de septiembre de 2023, la Orden Agustiniana vuelve a alegrarse por la creación de otro de sus hijos como Cardenal de la Santa Iglesia Romana: Robert F. Prevost (1955- ), natural de Chicago: canonista, misionero, ex Prior General de la Orden, Obispo Emérito de Chiclayo y desde abril de este año Prefecto del Dicasterio para los Obispos.
En conclusión, las vidas y méritos de los cardenales agustinos constituyen un capítulo significativo en la historia de la Orden y de la Iglesia católica. A través de siglos de compromiso espiritual, enseñanza y servicio a la comunidad cristiana, estos cardenales han encarnado los principios agustinianos de búsqueda de la verdad, vida comunitaria y servicio al prójimo. Sus historias dan testimonio de la importancia y relevancia de la espiritualidad agustiniana en el mundo, del valor del estudio como parte del carisma de la Orden, y de los frutos de su incansable labor evangelizadora, que ha dejado una huella indeleble en la Orden, la Iglesia y la sociedad.